La tarde había sido tan calurosa en León que hasta ardió el ayuntamiento (y no, no tuve nada que ver en el asunto). Pasé la tarde afilándome los colmillos, no sea que me hicieran falta para el fin de semana, viendo los juegos olímpicos y comprobando cómo La Crónica de León sigue plagiando los posts de este blog.
Uno de sus periodistas, de nombre Tirso Otero, tiene la fea costumbre de copiar frases literales del blog para rellenar los artículos sobre la SETIC que luego firma (Tirso, majete, me conmueve sinceramente el interés que sientes por mi prosa, pero aunque me sienta halagado está muy feo aprovecharse del trabajo de otros, así que hazme el favor de no utilizar las funciones de copiar/pegar de tu ordenador en lo que queda de SETIC; de todas formas, si no te queda más remedio que transcribir material ajeno, existe un maravilloso signo ortográfico llamado comillas que resulta de gran utilidad cuando uno pretende citar lo que otros escriben sin atribuírselo como propio. No me des las gracias, seguro que te sientes mejor cada noche cuando te metas en la camita).
Mezquindades aparte, eran las once menos veinte cuando empezó Cuatro corazones con freno y marcha atrás (Morirse es un error), la obra que el grupo local Los Mojitos ha montado para este año. El texto de Enrique Jardiel Poncela, estrenado pocas semanas antes de que estallara la guerra civil, es uno de los clásicos frescos costumbristas del autor. La obra responde a los temas habituales de Jardiel: se bromea sobre males atávicos de las sociedad española, como la precariedad, la picaresca y la burocracia, así como sobre las relaciones entre padres e hijos.
El eje sobre el cual se articula la trama no es otro que la inmortalidad y el rejuvenecimiento. Sobre el primero los vampiros sabemos un rato (no saben ustedes lo que dan de sí cuatro siglos de andanzas), aunque no tanto sobre lo segundo (no saben ustedes los achaques que pueden aparecer en cuatro siglos de andanzas).
El humor blanco a ritmo de vodevil, que ha inspirado una buena parte de las obras dirigidas por Manuel García, conquistó a un público ya entregado de antemano. Los Mojitos dieron un notable salto con respecto a su Don Mendo del año pasado y desterraron la leyenda de que se suben al escenario en estado de embriaguez. Anoche estuvieron realmente magníficos.
Después tocó cena en lo alto del pueblo, todos vestidos de época (es decir, de cualquier época menos de la actual). Viendo los disfraces de alguno, me pregunto cuántos acabaremos en el diván de un psicólogo contándole nuestras experiencias en un grupo de teatro. Por cierto, hacía frío, pero corrió el vinazo y la grasa hasta que dejamos de notarlo.
Quino me contó el chiste del día, y debatimos duramente si reproducirlo aquí, ya que nos parecía demasiado bueno. Al final he decidido que ustedes, sufridos lectores se lo merecen todo, así que no pienso escatimarles un gramo de risas y alegrías. "Se encuentran dos amigos y uno le dice al otro. -¿Sabías que ha muerto Antonio, el chapista? -Anda, no, ¿y qué tenía? -Pues un taller."
Cuando ya iba en vuelo de retirada me pareció ver por el rabillo del ojo varios destellos que se desintegraban rápidamente. Pensé que sería alguna Perseida despistada, pero en cuanto me fijé vi que eran en realidad facturas sin pagar del ayuntamiento de León que flotaban incandescentes en el aire antes de comsumirse.
En fin, si algún día de estos me pongo romántico a lo mejor les dejó por aquí una canción estupenda sobre el incendio de un edificio. Ya veremos.
Hoy sábado día 11 de agosto es el día grande de la SETIC. Balterius '98 ofrece su tradicional queimada, este año bajo formato clown. Clowntopía, dirigida por la arrojada Leticia García comienza a las 22:30.
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