Ya se lo advierto: no cerveceen al cronista. Anoche me dio por tomar unas botellitas de ese delicioso brebaje y debido a mi falta de costumbre, me vine abajo. Los ojos me hacían chiribitas y el pueblo entero daba vueltas. No vocalizaba mucho, lo que es una pena, porque estaba la mar de gracioso. Al final, el dueño del bar me barrió como si fuera la golondrina fiambre del El príncipe feliz y pasé la noche al raso. Para que se hagan una idea, este era mi aspecto:
Así que era casi la hora del alba cuando cerré la tapa de mi ataúd en las escuelinas. Ni siquiera intenté mordisquearle el pescuezo a alguna jovenzuela virtuosa de Villabalter (suponiendo que queden jovenzuelas virtuosas en el pueblo, lo cual es mucho suponer). Tenía a mano el pescuezo de Erni, pero la verdad es que no le encontraba demasiado apetitoso.
La verdad es que si no me quedara más remedio que morder a un señor, creo que mordería al cirkofrénico Pablo Parra. Anoche sacó la locaza que todos llevamos dentro e hizo las delicias del numerosísimo (una vez más) público congregado.
Una de las cosas que más me apetecían de esta SETIC era ver en acción a los Cirkofrénicos, a cuyas representaciones nunca había conseguido asistir. He coincidido con ellos alguna vez y, aunque nunca he hablado con ellos, son de esa gente que te cae bien a primera vista.
Y la verdad es que hay que reconocer que no solo cumplieron con las expectativas, sino que estuvieron muy por encima de ellas. Impulsos es un conjunto ensamblado a la perfección que combina la danza, los malabares, las acrobacias, la música, el humor y otras habilidades escénicas. Con un dominio prodigioso de sus cuerpos y una sólida experiencia escénica, consiguen un espectáculo de una plasticidad apabullante. Nada parece dejado al azar en Impulsos (claro que, dejar al azar algo en un espectáculo de esta naturaleza, equivale a romperse la crisma).
Está claro que todo ello es fruto de muchísimas horas de trabajo (y me imagino que también de una innumerable cantidad de moretones; me pregunto si estos tipos gastarán más dinero en vestuario o en Reflex y Betadine), pero también a que los Cirkofrénicos son actores natos. No sé qué hará cada uno de ellos los lunes a las nueve de la mañana, tal vez sean registradores de la propiedad, opositores a notarías, secretarios generales de las Nuevas Generaciones, apoderados de un matador de toros o militares de carrera, no lo sé, pero la verdad es que cuesta mucho imaginarles haciendo otra cosa que haciendo el cirkofrénico sobre el escenario. Espero que les vaya bien su proyecto artístico y que les volvamos a ver en la SETIC (y ya siento la baja calidad de las fotos, pero es que ¡no hay manera de que se estén quietos!).
El chiste del día parece ser que viene de Carlos Solito, pero pasó por un montón de bocas antes de llegar a este humilde cronista, así que no estoy muy seguro de cómo sería el original. "Un zombie le dice a otro:-Esto no es vida. Y el otro le contesta:-Parece-menterio."
La monda, somos.
Después de eso me di a la bebida, pero ¿qué hubiera hecho ustedes? En fin, a ver qué pasa hoy, pero dado el nivel de los chistes creo que no me quedará otra que tajarme seriamente. No esperen nada bueno de mí.
Hoy a las 22:30 Los Mojitos nos traen, aparte de su aliento alcohólico, su nueva obra, Cuatro corazones con freno y marcha atrás (Morirse es un error), montaje del ínclito Manolo García sobre un texto del no menos ínclito Jardiel Poncela.
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