Balterius

Balterius

13 de agosto de 2011

Pésame mucho y el final de la SETIC



Anoche nos visitó la compañía Pez en raya, o, lo que es lo mismo, Cristina Medina y Joan Estrader. Su espectáculo Pésame mucho, en el que Cristina y Joan interpretan a una serie de alocados personajes, hizo aflorar una buena dosis de carcajadas del público. Pésame mucho es la desternillante historia de una muchacha a punto de casarse, que, cuando va a ordeñar a su vaca, obtiene leche negra. Pronto averiguan que la vaca está poseída y debe ser exorcizada. Pero el principe de las tinieblas, aficionado a Manolo Escobar, no se va a a amedrentar fácilmente...


A juzgar por las carcajadas, el numeroso público congregado disfrutó de lo lindo. El humor de Pez en raya conecta de forma sencilla e inmediata, lo que garantiza el éxito. Su escena del exorcismo vacuno es realmente buena. Además, la voz de Cristina nos impresionó a todos.


Después de la actuación nos dedicamos a desmontar todo cuando hemos necesitado a lo largo de esta semana. Solo queda la presencia del escenario desnudo como si fuera un edificio abandonado tras un cataclismo. Parece mentira que ya hayamos liquidado la edición de este año.


Siempre queda una cierta nostalgia, o tal vez la pereza de recuperar la vida cotidiana que uno aparca durante la SETIC; pero los balterianos tenemos este año motivos para sentirnos orgullosos. Con Marcos y Leti al timón la nave balteriana navega a buen ritmo. La tripulacion sigue creciendo y, aunque cada invierno se reduce a los imprescindibles, nunca faltan manos cada vez que son necesarias (o al menos eso espero, porque creo que andan en operaciones de carga y descarga mientras servidor está tecleando en casita).


La SETIC 2011 ha sido un éxito en cuanto a la respuesta del público y a la calidad de los montajes. Ni siquiera los espantosos gritos de los niños ni los imbéciles que consideran una buena idea contestar las llamadas telefónicas durante la representación, nos enturbian el ánimo. Nuestro montaje de sala, La barca sin pescador, cosecha merecidos éxitos allá donde atraca. La Queimada-Western de este verano ha sido de las mejores que se recuerdan.


Balterius '98 prosigue su andadura con mejor salud que nunca.


Hoy a las 22:30 no hay actuación; a esa hora, los balterianos se reunen en su cuartel general para realizar los ejercicios espirituales de rigor. Tendrán también lugar los ritos iniciáticos de los novatos.


12 de agosto de 2011

Un corazón lleno de lluvia





La SETIC 2011 se nos escurre entre los dedos como una trucha húmeda. Hemos llegado al viernes sanos, salvos y relativamente cuerdos (bueno, alguno ha tenido ya que recurrir al Betadine un par de veces). Todo marcha de maravilla, aunque la verdad es que estoy hasta el píloro de hablar siempre bien de todo el mundo. Hoy voy a intentar escribir una crónica feroz. De momento, he añadido al café dos dedos de absenta y otro tanto de aguarrás, a ver si me estimula la mala leche.

Anoche nos visitaron los chicos de Cachivache Teatro, el grupo palentino al que hemos prestado a Judit a condición de que nos la devuelvan. Lo cierto es que cuando nos la pidieron prestada tuvimos un pequeño debate. Al principio nos preocupó que al salir del entorno pudiera corromperse su inocencia y su virtud; pero luego terminamos por considerar que a aquellas alturas la moza ya no debía de tener demasiada inocencia ni virtud que conservar, así que por aquel lado no corríamos ningún riesgo. También sopesamos la posibilidad de cambiarla por unos focos y unos micros (¡ay, si la hubiéramos cambiado por un dimmer!), pero luego caímos en la cuenta de que nuestra rubia ilumina mucho más que todos los focos que pudiéramos tener. Cuestion de watios.

Así que se puede decir que anoche Cachivache Teatro jugaba en casa. La Yuri tiene fans por toda la provincia. Muchos salen de sus grutas y acuden babeantes al teatro solo para ver su arrebatadora presencia.

Un corazón lleno de lluvia nos cuenta los últimos días de la escritora gallega Rosalía de Castro y los que siguen a su muerte. Su hija y su criada, las dos personas con las que más confesiones ha compartido, se enfrentan a su desaparición; por supuesto, el peso de Rosalía en sus vidas va más allá de su desaparicion física.

Resulta difícil encontrar las palabras precisas para definir la intensidad que transmitió anoche el montaje de Cachivache Teatro. Cuando en el escenario de la calle la Fuente se representa una comedia es natural medir su grado de conexión con el público por las risas del mismo; y cuando la obra tiene una intensidad dramática tal alta como la de ayer, es la densidad del silencio que se huele la que nos indica que la piel de los personajes y la del público se han fusionado en un tejido continuo que respira las mismas emociones.

Y eso fue lo que ocurrió anoche. Pocas veces se ha visto un silencio tan contenido, un grito colectivo ahogado en los nudos de las trescientas gargantas allí congregadas. El magnífico trabajo de las tres actrices y de sus técnicos (que tal y como Judit nos había dicho, son tan importantes como las propias actrices) hizo que todos nos sumáramos desde el primer momento a las dudas y vicisitudes de las tres mujeres.

Todo el montaje resultó espectacular, pero quizá lo que más me impresionó fue el ritmo de la obra: ese juego de pausa y movimiento, voz y silencio, gesto y contención que solo está al alcance de quien lleva mucho teatro a sus espaldas. Ángeles, Esther y Judit lo llevan y eso les permite desarrollar con una pericia sobresaliente la combinación de dichos elementos. Fue un auténtico lujo tenerlas en la SETIC.

Cuando llegó el momento de los aplausos, el público pudo al fin descargar la tensión. El buen número de ojos enrojecidos y labios apretados atestiguaban lo hondo que había calado la representación.

Hoy a las 22:30 Pez en raya llega desde Andaluña (¿Catalucía?) con su espectáculo Pésame mucho. Las risas están aseguradas (en caso contrario, devolvemos el importe de la entrada).

11 de agosto de 2011

La barca sin pescador

Bueno, a ver cómo sale la hoja parroquial de hoy. Los objetivos son no enrollarme mucho y no ponerme muy pastelón (más que nada, porque como bien saben quienes se han asomado un poco a mi negro corazón, no es lo mío).Anoche Balterius'98 representó su versión de La barca sin pescador, de Alejandro Casona. Pasaron un monton de cosas, así que empiezo a contar por donde se debe, es decir, por el final. Medio metro por delante de mí, mientras el público aplaude a rabiar, veo la cabellera rubia de Jessi y la coronilla despejada de Quino que se funden en un abrazo. Han sido los dos técnicos de esta noche, así que parte del éxito es también suyo.

Me sumo a su abrazo. Luego recojo la cámara y me voy volando a felicitar al elenco. Detrás del escenario me cruzo con Sergio, que tiene aún en los ojos ese brillo de tensión residual que queda después de haberse bajado de las tablas; están también Manolo y Yasmín. Entre el público encuentro a Bego, Marcos y Leti, que tiene todavía el pelo compactado en un pegote gris. A Mónica tardo aún un buen rato en felicitarla, ya no es fácil encontrarla sin el teléfono en la mano.

Intento serenarme y buscar cierta perspectiva. Objetivamente, el montaje es muy bueno. Es probable que sea el mejor que Balterius ha hecho en sus trece años de existencia. El debut de Quino como director ha salido de maravilla y me alegro mucho por él; somos amigos hace un montón de años. Nos conocimos en sitios que nada tienen que ver con el teatro (bueno, salvo que también transcurren por la noche) y hace ya tres años que nos reencontramos en éste. Aunque a veces no hablamos demasiado, siempre me tranquiliza levantar la cabeza y ver que anda por allí, como si su sola presencia sirviera para que las cosas salieran mejor. Sé, todos sabemos, que le roba horas al tiempo de donde no las hay para dedicarse al teatro. Por eso y por muchas otras cosas se merece este éxito.Puede que los papeles de Manolo y Yasmín no tengan mucho texto, pero su aparición multiplica la calidad de la obra. En cada paso que dan, en cada movimiento que hacen se nota la seguridad de todo el teatro que tienen a sus espaldas. Manolo borda su hombre de negro con aire mefistofélico; parece, desde luego, recién llegado de algún congreso de partido político o sucursal bancaria (en otras palabras: es un cabronazo encorbatado de primera). Yasmín se mueve a sabiendas de que todos los ojos del público se posan sobre su piel de frívola zorrupia financiera.

El dúo Mónica/Begoña es garantía de buen funcionamiento. La espalda de sus personajes sostiene buena parte carga dramática de la obra. En la voz aguda y melosa de Mónica se adivina la feliz existencia de Frida; en la contención de la voz grave de Bego (cultivada gracias al humo de millones de trujas), intuimos la quemazón interior en la que ha varado Estela y que le impide seguir con su vida.

El punto cómico lo ponen Marcos y Leti. Marcos tiene la rara virtud de hacer que cada personaje en el que se mete parezca haber sido escrito para él; y es que los interpreta siendo él mismo. Su Tío Marco se mete al público en el bolsillo desde la primera aparición. En cuanto a la abuela que ha creado Leti es sencillamente memorable. Tal vez sea el personaje más trabajado de la obra y prueba de ello es que todos vemos en él algo de nuestra propia abuela: uno pasa de las ganas de abrazarla a las de estrangularla en un abrir y cerrar de ojos. En cualquier caso, su sola presencia en escena hace que una oleada de emociones recorra las fibras del público.

La música en directo le da a todo un aire más solemne. Carlos y Sergio (ambos 2.0) empuñaron piano, acordeón y bodhrán como si fueran dos pescadores más de la aldea; David nos prestó una vez más su voz.
Pero el gran protagonista de La barca es Sergio. Su Ricardo Jordán es el hilo conductor de la obra; su evolución, el propio argumento. Me pregunto cuánto habrá tenido que trabajar para hablar y moverse del modo en que lo hace; pero lo que está claro es que ese trabajo ha merecido mucho la pena.

Sergio apareció en Balterius hace un par de años. Nunca había hecho teatro, pero en un par de semanas ya nos estábamos preguntando cómo nos las habíamos podido arreglar sin él hasta aquel momento. Ese verano actuó en la queimada, construyó la escenografía de la misma y hasta diseñó el logo de la SETIC entre otras actividades. Tal vez Isa, su mujer, creyó en algún momento que una secta le había absorbido el cerebro (y, obviamente, tenía razón).

Terminó el verano, pero no había manera de quitarse de encima a aquel tipo. Seguía con ganas de progresar y de aportar al grupo toda su energía. Sin embargo, Balterius navegaba en aguas turbulentas y se vieron frustrados dos proyectos en los que él estaba llamado a ser protagonista. Pero ni siquiera así se desanimó. Y fue en octubre de 2010 cuando empezó a vestirse con la piel de Ricardo Jordán y tuvo al final la merecida oportunidad que había estado esperando.

Pocas cosas puede haber más justas que los aplausos que anoche le dedicaron. En dos años nunca le he visto enfadarse, ni desanimarse, ni perder las energías y la ilusión durante un segundo (ni siquiera escaquearse camino del bar, como hacemos alguna vez los demás). Un día decidió que quería hacer teatro y, como si fuera tarea fácil, se puso a ello; ayer volvió a enfundarse el traje de Ricardo Jordán como quien llevara haciéndolo toda una vida.

En fin, no estoy muy seguro de haber cumplido los objetivos que me había marcado. Pero es que la emoción no viene solo de lo mucho que me ha gustado la obra. Ayer volví a sentir que Balterius es un solo cuerpo con latidos que se acompasan e impulsos nerviosos que nos recorren a todos al mismo tiempo. Y lo sé por que aunque no he participado en el montaje, ni he visto ningún ensayo, ni he ayudado con la excelente escenografía ni con la música, he compartido todos esos nervios como si fueran los míos propios; y cuando nos hemos quedado a oscuras y David ha empezado a leer el texto con el que arranca la obra, cuando los focos han iluminado la presencia rotunda de Sergio en el escenario, me sentía tan tenso como todos ellos; y cuando el público ha roto a aplaudir, me ha embargado la misma excitación orgullosa que sé que ellos estaban experimentando. Hasta el punto que cuando me he acercado a saludar a unos amigos, les he dicho: "¿Qué, a que somos buenos?"; ellos me han mirado con cierto aire cínico y me han respondido: "Sí, claro. Pero tú no has hecho nada." Ya digo que no es fácil de explicar. Y de hecho, mis amigos tenían razón. Pero yo también.

Hoy a las 22:30 Cachivache Teatro nos trae Un corazón lleno de lluvia, con acutación estelar de nuestra Yuri. Obligatorio estar allí.

9 de agosto de 2011

Ciegos

Ayer nos visitaron los maragatos de A ras de suelo con su obra Ciegos. Dos estructuras rodantes recorrieron las callejas de Villabalter impregnándolo todo a su paso con música, ruido, luces y humo. El formato pasacalles obligó a desplazarse al público e interaccionar con la propia obra (de hecho, en el arranque, fue el público quien vendó los ojos a los propios actores). De este modo se difumina la frontera del escenario, la separación entre público y espectador: todos forman parte de una realidad compartida, de un contexto que común interconectado del cual no hay escapatoria.

Los montajes de A ras de suelo son deudores de los de La Fura dels Baus, o al menos de lo que se ha acabado por llamar lenguaje furero: implicación del público, música, vídeo y elementos simbólicos agresivos que implican al espectador.

Ciegos es una reflexión sobre la incomunicación en la sociedad en la que vivimos. Las pantallas no sirven para ver, sino para escondernos y ruido y sonido se confunden en una amalgama ininteligible en la que se diluyen las palabras.

Hoy a las 22:30, Balterius'98 representa La barca sin pescador, de Alejandro Casona. La obra ha sido representada en numerosas ocasiones y Mónica Rodríguez ha obtenido el premio a la mejor actrriz en el X Festival Villa de Carrizo. Imprescindible estar esta noche en el escenario de la calle la Fuente.

8 de agosto de 2011

Aventura o merienda


Siempre que en los carteles y programas catalogamos un espectáculo como infantil tengo ciertas dudas acerca de esa etiqueta. Más bien, creo que deberíamos decir que el espectáculo es para todos los públicos. No solo los padres que traen al teatro a sus hijos lo acaban disfrutando, sino que los que somos presuntamente adultos y no tenemos la coartada de los niños también nos lo pasamos pipa (algún año, lo juro, he visto entre el público a paramilitares serbobosnios, sicarios colombianos, dirigentes de Al-Queda e incluso a políticos partirse de risa con los ojos iluminados; ¿será que todos han sido niños?).

Eso fue lo que pasó hace un año con Chema Concedeclown y lo que volvió a ocurrir anoche con los segovianos Pájaro Lunar. La trama de El baúl de los secretos (que, finalmente, no tenía nada que ver con los hermanos Urquijo) te atrapa desde el primer momento. Bisi y Cleta suben al desván de su abuela. Allí se encuentran con muñecos en movimiento, ruidos, juegos y canciones. Cada poco se enfrentan a un dilema al que todos nos enfrentamos cada día: ¿aventura o merienda? Aventura es quedarse en el desván, enfrentarse a los miedos, ir hasta el final y desentrañar los misterios que allí se encierran; y merienda es bajar las escaleras sin mirar atrás y refugiarse en la seguridad del pan con nocilla (por ejemplo) que la abuela les ha preparado. Afortunadamente, Bisi y Cleta eligen aventura.

No sé las veces que Pájaro Lunar habrá representado El baúl de los secretos, pero lo cierto es que el espectáculo que funciona con una precisión quirúrgica. La música en directo y el baile hacen que el ritmo se contagie al instante entre el público; pero es sobre todo el lenguaje corporal de Alicia y Mariana lo que establece un canal directo con las emociones del espectador. Y se debe a esa sabiduría teatral cuyo truco es hacer precisamente que no se note, que lo que es fruto de mucho trabajo y horas de ensayo parezca espontáneo y fresco.

Con todos esos ingredientes era imposible no disfrutar de la noche. Seguro que a los numerosos niños que había anoche en Villabalter (diablos, ¿de dónde sale tanto crío? ¿Acaso en este pueblo se pasan el día haciéndolos?) se les despertó la curiosidad por la magia del escenario. Y así nos vamos asegurando público y balterianos nuevos para los próximos años.

Ayer por la mañana nuestras hermosas chicas para todo dirigieron el Taller Infantil de Cuentacuentos. Por lo que me han contado, todo salió de maravilla.

Hoy a las 22:30 los astorganos A ras de suelo representan Ciegos. No os lo perdáis.

7 de agosto de 2011

El día de los cuentacuentos




Ayer celebramos la primera edición (ojalá haya más) de Un día de cuento a la que siguió, tras un frugal picoteo, Una noche de cuento. Eso quiere decir que tuvimos cuentos desde las 18:00 hasta más allá de la medianoche; concretamente hasta que le arrebatamos el micro a Manuel Ferrero, que tenía tan pocas ganas de irse a su casa como nosotros de que se fuera.

Narrar es la forma más natural de embelesar a alguien. El éxito del narrador consiste en suspender la incredulidad del oyente o lector, de anular durante unos minutos los sentidos (los seis, incluyendo el sentido común) o más bien de subyugarlos a la propia narrativa. Cuando eso ocurre, uno viaja, por ejemplo, de las calles de Villabalter hasta un territorio mítico poblado por gigantes y dragones, o hasta los tiempos en los que Don Suero desafiaba a los caballeros en Hospital de Órbigo, o hasta las tierras mágicas donde lindan Maragatería y Bierzo y las xanas engañan a los hombres o incluso hasta una buhardilla parisina donde un pintor añora a su musa y se entrega al vino.

El escritor tiene la ventaja de la pausa; puede apelar al tiempo y dejar que la prosa se vaya sedimentando. Pero el cuentacuentos se enfrenta a su público sin esa ventaja; sus palabras resuenan unos segundos en el aire y desaparecen, como chasquidos nerviosos de un látigo, como si construyera castillos con pompas de jabón que refulgieran solo un instante antes de desvanecerse.

Los mejor fue sin duda ver a cinco cuenteros tan diferentes sobre el escenario. Pablo Parra es espontáneo como un grumete despistado; tiene una mirada de niño pillo, como si fuera un chaval de quince años que no deja de sonreír aunque acaben de pillarle mangando en el Carrefour. Fernando Hoja de Roble muta cuando cae la noche, y, dejando atrás el atuendo de payaso, destila un humor sarcástico que rezuma mala leche y que conecta al instante con el lado oscuro del respetable; si Krusty el payaso fuera maragato es probable que hubiera adquirido un aspecto semejante. El polvo en las sandalias de Sergio Fray Turienzo y su basto hábito de fraile andarín lo convierten en portador de un saber atávico, como si hubiera recorrido los caminos, las tabernas y las cocinas de todo el noroeste de la península para recopilar sus historias. Manuel Ferrero apela a lo tierno. Tiene el humor burlón del tío golfo de la familia que vacila a los niños, sonroja a los adolescentes y se pone serio cuando llegan los adultos. Y el Solito Trovador es la encarnación de la bohemia parisina, como un alma que se hubiera fugado del Cementario de Montparnasse, acordeón en ristre, para compartir con nosotros su melancolía perpetua.

Echando una mano por aquí y por allá revoloteaban las musas: Yasmín, Judit (verdaderos comodines balterianos) y Jara. Luis acompañó con el tambor a Solito Trovador y ambos hicieron de flautistas de Hamelin guiando al público por el pueblo.

Eran más de las doce cuando echamos el cierre. Hacía frío, aunque todos nos fuimos para casa con el calorcillo interior de todas las historias escuchadas. Como dijo alguien ayer, la belleza es efímera, sí, pero alguna brizna, alguna palabra, siempre se te queda enganchada y te la acabas encontrando cuando menos te lo esperas.

Hoy a las 22:30 los segovianos Pájaro Lunar nos traen su espectáculo infantil "El baúl de los secretos".


6 de agosto de 2011

Queimada: un western en tres actos





¿Qué media entre una cena medieval al aire libre y unos chupitos en casa de Gelo al son de la música de nuestros amigos maragatos? En sentido estricto, veinticuatro horas, aunque lo cierto es que el tiempo en la SETIC se dilata hasta hacer que cada día parezca una vida y media; pero si además el día en cuestión es el sábado de nuestra Queimada, las vivencias y emociones acumuladas rebasan la capacidad de este blog. A ver si me explico.

En la Queimada pasan tantas cosas que es imposible resumir. Uno se siente injusto si se queda solo con la genial escena en la que el barbero rasura al sheriff, o si solo se fija en el espectacular cancán que ha elevado a las pilinguis del saloon a la categoría de mito erótico de Villabalter, o si solo resalta la persecución a caballo entre el forajido y el sheriff o la rotunda presencia de la madame, o si solo cita el éxito sobresaliente de los muchos debutantes que teníamos ayer, o si se queda en el cínico gesto de nuestro enterrador, Gelo, que camina cansinamente al ritmo de su leitmotiv; porque todo eso ha ocurrido de verdad, es cierto, pero el resultado final es mucho más complejo y emocionante que la suma de esos pequeños momentos.

Desde primera hora de la tarde trabajaron los balterianos en los preparativos. Como cada año, el hormigueo es continuo. Alguien maquilla, alguien enfoca, alguien sube las telas, alguien pela fruta para la queimada, y al final, como un puzzle imposible realizado por un ejército de insectos, las piezas encajan. Eso significa que a eso de las diez, cuando suenan los primeras notas de la música y arranca el espectáculo, los nervios de todos se solidifican en una masa colectiva y casi palpable.

Como es costumbre, nos cuesta un poco comenzar. Durante la última media hora el hormiguero balteriano bulle como si lo hubieran rociado con gasolina, pero aún así, siempre hacen falta algunos minutos extra. No importa. El público sabe, nosotros sabemos, que solo necesitamos que todo eche a rodar para que la magia invada el saloon en que hoy hemos convertido la calle la Fuente.

Aunque no están actuando, merece la pena echar un vistazo a Bego y Leti, que están encerradas entre la mesa de sonido, el proyector, el ordenador, los focos y una maraña de cables. Aunque los focos no las apuntan a ellas, sus caras experimentan un amplio registo dramático que pasa de los nervios a la carcajada (y viceversa) en solo unos segundos.

Ya con la primera escena nos metemos al público en el bolsillo. El duelo de Sergio y Manolo por el amor de Vane nos concede el interés de todos los presentes. Para cuando los salvajes forajidos asaltan el banco del flemático Quino, la respiración de los presentes se ha unificado en un suspiro contenido. Jessi y Carlos secundan al malvado Sergio; el padre Sergio, Laura, Yoli, Andrea, Darío y Alex son la atribulada clientela del banco. Que Manolo, Vane, Quino y Sergio rayen a tal altura cuando actúan, no es ninguna sorpresa; pero anoche, todo el mundo estuvo soberbio.

El momento cumbre llega sin duda con el baile de las señoritas del saloon. Emma, Coral, Isa y Marta revolucionan al público y a los jugadores de póquer con su baile desenfrenado. Todos los balterianos nos dejamos llevar por el ritmo juguetón del cancán y disfrutamos con ellas. Y es que a las niñas (o más bien, a las exniñas) todos les tenemos un cariño especial; incluso me atrevería a decir que los que somos de su misma promoción balteriana, los que debutamos vestidos de griegos hace ya más de dos años, sentimos un cierto orgullo compartido cada vez que se suben al escenario. Al fin y al cabo, mientras a los demás nos van cayendo arrugas y canas en las sienes, ellas han pasado de ser el coro de Los Pelópidas a las seductoras golfillas del saloon; y es imposible no alegrarse de ello, como si una pequeña parte de ese éxito nos tocara también a los demás.

El desenlace tiene lugar en el saloon. Carlos se sienta al piano y todos los personajes parecen seguir el compás de su melodía. El padre Sergio se arrima a la barra y relaja un poco sus monacales costumbres. Hasta las puertas, Judit y Yasmín, se mecen con la música del piano (siendo un poco más preciso se puede decir que Judit y Yasmín no son las puertas, sino las jambas; y, ¡pardiez, nunca he visto jambas más hermosas!).

Cuando todo parece decidido y el forajido va camino de la horca, el destino hace un requiebro y el dinero cambia de manos. Los que anoche estuvieron en la calle la Fuente bien lo saben, y los que no estuvieron se quedarán sin saberlo.

El conjuro es un auténtico desastre, pero ni siquiera eso nos desanima. La noche ha sido un verdadero éxito. Nos abalanzamos sobre la queimada con intención de aplacar las gargantas resecas del público y de hurtar algún vasito para nuestro uso particular.

En medio del bullicio, merece la pena escaparse de las risas, los abrazos y el brillo amarillo de los focos; alejarse unos pasos con un vaso de queimada y disfrutar desde lejos de la emoción compartida y sentirse afortunado por haber ido a caer en medio de una tropa semejante (cosas del desQuino). Pero antes de que haya tiempo de emocionarse demasiado uno es absorbido de nuevo por la vorágine balteriana: toca desmontar el tinglado, cenar, beber unas cervezas, cantar hasta agotar la noche y resurgir a la mañana siguiente para otro día de SETIC.

Hoy es el Día del cuento en Villabalter. A las 18:00 arranca Pablo Parra en la Bolera y siguen Fernando García Crespo a las 18:45 en el Patio de la Iglesia, Fray Turienzo/Sergio Castrillo a las 19:30 en La Fuente, Manuel Ferrero a las 20:15 en el Patio de la Iglesia y Solito Trovador a las 21:00 en la Calle La Fuente. A las 22:00 todos ellos siguen su actividad cuentera en la calle la Fuente.

5 de agosto de 2011

Arranca la SETIC con el éxito de Los Mojitos


El día en que comienza la SETIC siempre te acuerdas del último día de la edición anterior. Por ejemplo, estás subido al andamio colgando los focos para que debuten Los Mojitos y te acuerdas de cuando estabas subido al andamio colgando los focos para que actuara Mayalde. En realidad, lo que quiero decir es que uno está sujetanto el andamio (el cual, por otra parte, se sujeta solo) mientras Gelo cuelga los focos y recuerdas cómo hace un año estabas sujetando el mismo andamio (que también entonces se sujetaba solo) mientras Gelo colgaba los focos. En definitiva, que uno tiene a veces la impresión de ser un zombi que sestea bajo tierra hasta que escucha la llamada balteriana y acude a Villabalter a sujetar andamios, que como todo el mundo sabe, se sujetan solos.

El caso es que, fuera por que esta edición es la número trece, fuera porque a las fuerzas del más allá no les ha gustado el cambio de corporación municipal, tuvimos algunos problemas al arrancar. Estábamos orgullosos mirando lo bien que funcionaba nuestra máquina de humo cuando descubrimos que no se trataba de la misma, sino que se estaba chamuscando el dimmer, el aparato que regula la corriente para los focos y el sonido. Por fortuna somos gente de recursos, así que resolvimos el problema.

También la lluvia también nos amenazó a eso de las diez, pero las gotas se quedaron en un orvallo ni siquiera merecedor de tal nombre. Una balteriana veterana recordó que en doce ediciones solo se había suspendido una actuación.

Los problemas eléctricos amenizaron el discurso de las autoridades. Temerosas ante la posibilidad real de quedarse a oscuras en el escenario, liquidaron con celeridad el trámite y tuvieron, por una vez, el buen gusto de no dar mucho el coñazo; o a lo mejor, quién sabe, recordaron que el dinero que aportan a la SETIC no es suyo, sino que es de todos, y consideraron que tal circunstancia es sufciente para eximir al personal de sus manidos discursos.

Y luego comenzó el teatro, que al fin y al cabo, es lo que importa. Los Mojitos, el grupo que dirige Manolo García (el nuestro, no el de El último de la fila) pusieron en escena la más célebre de las astracanadas de Pedro Muñoz Seca: La venganza de don Mendo. Antes de arrancar habían circulado algunos rumores acerca de la aficción a empinar el codo del elenco; pero lo cierto es que, una vez que se hicieron con el espacio escénico, se mantuvieron sobrios, lidiaron con entereza los olvidos del texto y arrancaron una buena dosis de carcajadas al numeroso público congregado. Los aplausos fueron más que merecidos; seguro que Los Mojitos los siguieron escuchando durante un buen rato y dieron por bien empleado el tiempo que han dedicado a preparar su versión de Don Mendo. Esperemos que esta obra sea la primera de una larga trayectoria.

La pieza es de sobra conocida, pero vale la pena resaltar una macabra anécdota de su autor, el portuense Pedro Muñoz Seca, para comprender el cuajo del sujeto. Cuentan que cuando iba a ser fusilado en Paracuellos del Jarama se dirigió a sus ejecutores: "Podéis quitarme la hacienda, mis tierras, mi riqueza, incluso podéis quitarme, como vais a hacer, la vida, pero hay una cosa que no me podéis quitar...y es el miedo que tengo". Sus últimas palabras bien valen toda una vida. Cuando los soldados estaban a punto de disparar, les dijo: "Me temo que ustedes no tienen la intención de incluirme en su círculo de amistades." Es evidente que tenía razón.

Después de recoger nuestros aperos, celebramos una cena medieval de hermanamiento entre mojitos y balterianos. La noche invitaba a cenar al aire libre y el vino corría sin compasión mientras le hincábamos el diente a un sabroso cordero sepultado entre dos losas de pan blanco. Y luego, por supuesto, llegaron las botellas de mojito.

Hoy a las 22:30, Balterius'98 pone en escena Queimada: un Western en tres actos.